lunes, 11 de enero de 2010

¿Qué harías si no tuvieras miedo?

Hay dos cosas en la vida que, a mi ver, son meros artificios de manipulación mental creados por aún no sé qué o quién ni por qué para encauzarnos al orden o a algo así de aburrido, que funcionan mágicamente en la psique de cada cual obligándonos a actuar como si en realidad existiese una ley o norma escrita con su(s) nombre(s).
Hay dos cosas en mi vida que quiero erradicar por completo porque ya no creo que puedan servirme de nada: el miedo y la vergüenza. Ambos van siempre de la mano, compincheando, complementandose, esforzandose a diario por cumplir el cometido que les fue impuesto: someternos.

Pues bien, ya basta de eso, me he dado a la tarea de cambiarlo de una vez por todas y ahora mismo estoy orgullosamente segura de que, la vergüenza ya dejó de ser un problema para mí. Es una cuestión de prespectivas, como todo lo demás. He crecido peleandome día a día con la imagen, con esa compulsión de alcanzar la supuesta idealización de la "belleza". Bueno, déjenme decir que la belleza también es una perspectiva, infinidad de libros se han quedado cortos tratando de definirla, y la belleza, como virtud que es, es imposible de categorizar, estandarizar, medir o aprisionar. Es mucho más que eso, y entre más lo pienso más me convenzo de mi posición respecto a ella, haciendo cada vez más a un lado los prejuicios y paradigmas que la envuelven. Sólo es un punto de entre otros cien que tienen que ver con la vergüenza y, uno a uno pienso desenmascararlos.

Pero, ¿que pasa con el miedo? Es una condición natural inherente a la vida con la que nacemos y que conforme crecemos se vuelve parte fundamental de nuestro rol como seres humanos. Porque simplemente, este mundo tiene que funcionar a base de miedo. Eso nos lo han enseñado y reforzado en cada uno de nuestros actos, tienes que portarte bien, o sí no... tienes que obedecer o sí no... O sí no, pelas. Y ahí entra el miedo, por la puerta grande de su amiga la inseguridad, se convierte en un camino que se traza y se vuelve de piedra mientras más experimentamos, mientras la vida nos sucede ¿Y entonces por qué no puede ser lo contrario?
Yo debería perder el miedo conforme vivo y no al revés. Sólo una vida sin miedo debería valer la pena ser vivida.

Si no tuviera miedo, si tan sólo no tuviera tanto miedo, miedo a exponerme, miedo a la gente, miedo al compromiso, miedo a la responsabilidad, miedo a ser un adulto, miedo a la "humillación", miedo a herir, miedo a la verdad, miedo a crecer, miedo a expresar, miedo a hablar, miedo a quererme, miedo a atreverme...
No más.

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