"La guerra del narco"

Tenia casi un año si escribir de política, en verdad no me gusta, pero se me anudan las tripas de coraje cada que escucho hablar al enanito y calvo de Calderón. Siempre había pensado que este sexenio era la cúspide del país y desde un principio todo fue un montón de irregularidades. El sexenio pintaba para ser excelente, segundo presidente electo "democraticamente", el sexenio del bicentenario, el sexenio de los acuerdos, mi presidente el del empleo, cuando fue la campaña siempre pensé mas industria para el país, menos política popular.

Todo ha sido lo contrario y el discurso de Calderón se fue a la basura, ni industria, ni politica popular, todo se limito a la política Bushista del miedo. El narco nos ataca, estamos en medio de una guerra, no nos doblegaran, yo los defenderé, para que la droga no llegue a tus hijos.

En segundos militarizo a las policías municipales y ahora vivimos en un estado militar que desconocemos que futuro nos pueda brindar.

En mi ignorancia y lo poco que he leído del tema les puedo decir que toda esta guerra de propaganda es un tanto cuanto inconsistente, recordé en mucho las propagandas de la revolución rusa, cubana y las Hitlerianas campañas a favor del nazismo.

En México les puedo decir que sucede lo mismo existe una guerra propagandistica entre los dos bandos, la información oficial que nosotros podamos obtener es siempre tendenciosa y cuestionablemente real, al gobierno lo único que le interesa son dos cosas, una es hacernos ver que vivimos amenazados y otra es decir que aunque ellos sean una gran amenaza estamos a centímetros de ganarles. Por otro lado esta, la información que nunca notamos pero que el narco infiltra o quiere hacer ver, las narcomantas, las tomas de las carreteras en Nuevo León por ejemplo, no son mas que un mensaje diciendo el ejercito aquí no hace nada, los que mandamos somos nosotros, nosotros los podemos ayudar mas que ellos.

En eso ha terminado la tan mentada guerra, no podemos hablar de números objetivos por que simplemente cada lado pone el peso de la balanza hacia ellos. No existe periodismo inteligente en México, por que ha diario el periodista que se atreve amanece muerto, amenazado, encuerado en el desierto. En México no hay periodismo inteligente por que el mismo gobierno procura e intenta ocultar cosas. Porque nos saciamos con conferencias de prensa donde agarren a cualquier hijo de vecina con una pistola y digan nombre este si era el mero mero malo.

Desconozco mucho de la guerra pero se que en medio de este desdén informativo de ambos mandos estamos nosotros, los que ni la debemos ni la tememos, están las madres de jóvenes asesinados en Ciudad Juarez, están las madres de los militares asesinados, están las madres que nunca tuvieron que comer hasta que su hijo se metió a ese negocio tan remunerante.

En medio de todo este problema nadie pensó en la desigualdad, el verdadero causante del problema del narcotrafico en México, nadie ha pensado que ambos bandos han destruido Mexico y que por lo tanto si existía desigualdad, ahora con mas desempleo habrá mas.

Nadie ha pensado que las ideas se frustran en medio de pistolas, narco corridos y granadas.

Ambos bandos han invertido millones en esta guerra y nadie ha ganado, la gente sigue comiendo lo que tenga, frijol, arroz y tortillas. A Calderón ya se le olvido todo como a Hitler, Castro, Bush y demás belicos presidentes. Calderón así como el narco se han olvidado del país, de la gente y de quienes pertenecemos a un sueño utopico que nos ha lastimado mucho llamado democracia.

Hasta cuando señores dejaran de jugar con nosotros, hasta cuando Calderon dejara de jugar a las pistolitas con quienes lejos de encontrar el bienestar de sus familia, encuentran una lucha interminable. Alguna vez lei que la miseria y la pobreza era la madre de todas las revoluciones, yo les puedo decir que por encima de eso la pobreza es la madre de lo ilicito, en este caso de la droga, el trafico de armas y de personas. En México no hay revolución ni guerra, ni habrá. Asi celebraremos el centenario y el bicentenario, dormidos abajo de un arbol con un sombrero de palma, pues no vaya a ser que nos paremos y una bala amiga o enemiga nos mate.