lunes, 23 de abril de 2012

I love this game

Cuando iba en la primaria  todos mis compañeros soñaban con ser grandes futbolistas y jugar en la seleccion nacional. A mi me gustaba el baloncesto y con ello estaba destinado a jugar lo que a nadie le gustaba, no tenia de otra mas que ser portero en los equipos escolares. Entre a la secundaria y con ello vi la posibilidad de por fin pertenecer a un equipo de  basquetbol, mi hermano asistia a la misma secundaria y aborrecia lo obligatorio que era, para mi era una oportunidad unica en la vida.
La escuela tenia fama de tener a los mejores jugadores de la ciudad y en algunas generaciones del estado, asi que estaba en el mejor momento y en el mejor lugar. En mi año llegamos a ser hasta 20 jugadores, de los cuales nos seleccionaron a 12, en su mayoria habian sido jugadores de futbol que no podian pertenecer a otro equipo por lo que veian en el baloncesto una opción para jugar en ambos equipos.
Los entrenamientos eran tres veces por semana, dos horas diarias, lo cual hacia que a mis papas no les pareciera, no importaba pues para mi era la razon de ser de toda la semana, 6 horas que se volvian hasta 10 u 12, donde aprendíamos de todo y molestábamos otro tanto. Eramos un grupo de  muchachos donde casi ninguno queria estar ahí pero todos terminaron amando el deporte.
Íbamos a jugar a la liga todos los sabados, si ganabamos no habia entrenamiento, pero cuando perdiamos, no importaba que tuviéramos que hacer teniamos que entrenar para reforzar todo lo que habiamos hecho mal. A mi me tocaba tirar durante una hora tiros libres, despues de que en la estadistica que el entrenador llevaba yo era quien mas oportunidades de libres tenia y tambien quien mas los fallaba.
Los entrenamientos se volvieron una oportunidad de ser amigos y con el tiempo tambien crearon un grupo dificil de contener, se nos ocurrian todo tipo de osadias y de situaciones para molestar al mundo, aventabamos cosas a los autos desde los puentes, parabamos taxis o camiones para pedir la hora y pediamos tortas para la oficina del director. 
Nuestro entrenador quien fuera de la cancha era nuestro complice escuchaba nuestros planes y se divertia, incitaba a sus jugadores mas grandes a hacer lo mismo, asi que despues de tiempo el equipo no solo era una diversion adentro de la cancha si no fuera tambien, fue entonces la primera vez que rape mi cabeza, que me mordieron una oreja hasta las lagrimas y que tuve que caminar dentro del pasillo de un camion apenado y sin ropa.
Los partidos eran una complicación, 12 madres preocupadas, un entrenador que no paraba de gritar y 5 jovenes dandolo todo en la cancha, mi padre decia que yo me volvia loco en la cancha, que en cuanto tenia el balon se me cerraba el mundo y que de las mas ingeniosas jugadas que podia tener, algunas las perdia por necio, recuerdo en mucho que a diferencia de mis compañeros que la tecnica se les daba claramente para mi era un arduo trabajo de empuje el que me llevo a ser un buen jugador.
Paso casi un año completo para que yo perdiera el miedo en los partidos y fuera aun mejor jugador, fue entonces hasta ese año que yo era una pieza clave para mi equipo, asistia, defendia, jugaba varias posiciones y otras tantas veces hacia labores tan desagradables como lesionar jugadores.
Era tanta mi entrega que jugando perdi una parte de los dientes con tal de no perder un balón, la cual tuvo que ser despues repuesta. Para entonces ya habiamos asistido a todos los torneos que existían, a multiples ciudades y tambien multiples escenarios, todos llenos de aventuras y concentraciones, regaños y decepciones pero eso si en todos y sin excepcion alguna regresabamos con un trofeo.
De las mejores sensaciones que he tenido en mi vida es esa donde nada importaba y nada valía, mas que ser el mejor en la cancha, no habia tiempo de demostrarle nada a nadie ni de esperar indicaciones, la meta era clara y los jugadores que haciamos mancuerna para llevarlo acabo lo sabiamos. No importaban los calambres, los dolores de cabeza o la insolacion despues de jugar tres partidos por dia. Soñaba con un dia alcanzar el aro y saltar tanto como un profesional, al ultimo viaje que asisti como jugador nuestro entrenador nos comento que aun cuando eramos los mejores eramos un equipo dificil de sostener, con individualidades y muchos problemas indisciplinarios, mi papa mejor que nadie pensaba que mi fijacion tan grande por el deporte era tanta que algun dia me haria daño.
Hace poco me preguntaron que como le haciamos cuando jugabamos para no fallar y no perder la cabeza, como si nuestro juego fuese un espectaculo donde todo salia a perfeccion, donde por cierto nadie veia los gritos que entre nosotros teniamos o las tacticas que terminabamos sacando, como cuando habia algun jugador que corria sin parar, la defensa cambiaba y era obligacion de mas de alguno pegarsele todo el partido.
Me acorde de como me sentia en el basquetbol y con ello tambien recorde que todo lo que hacia que hubiera esa magia era un conjunto de esfuerzos pero sobre todo de creencias. Yo habia perdido el miedo desde que me di cuenta que nada me hacia mas feliz que jugar, si era feliz jugando no tenia por que temer a nada, las jugadas salian por que las haciamos tantas veces que era imposible que fallaramos, conociamos tantas situaciones que las dominabamos ampliamente y la ultima era que nos creiamos lo que eramos y hasta mas, siempre todos aspirando a grandes ligas y con la frente en alto, pensando que no habia equipo que nos superara.
De ahi aprendi mucho, los frutos de hacer las cosas una y otra vez repetidamente, ese entrenamiento o esa concentración que se logra casi hipnótica con simplemente creer que haciendo muchas veces lo mismo se va a dominar. Todos creíamos en cada uno de nuestros compañeros, amparábamos todas las situaciones que de ellos venían, aun cuando no nos parecieran.
De lo que mas me acordaba era que aun con la intecionalidad con la que neciamente jugaba y fallaba, seguía la cancha ahí parada para seguir jugando. Me daba gusto y eso creo que era lo que mas me gustaba que podía mas mi ilusión de jugar que cualquier otra cosa, aun fallara, aun cuando mis intensiones fueran las mejores y un joven con 20 centímetros mas de altura y 10 mas de cuerpo me detuviera de frente, aun así ahí seguía porque realmente amaba lo que hacia.
Se acabo el basquetbol con la secundaria y con ello se fue esa emoción, fuimos campeones nacionales en todos los torneos a los que asistimos, mayor esa entrega como lo fue la primera nunca a habido, con nostalgia he pisado esas canchas donde jugábamos y en otro tanto veo gustoso las medallas que conserva mi padre.
Con el tiempo han venido proyectos con emociones iguales o mas intensas, pero siempre con esa bonita entrega, escribir fue una de ellas, algunos noviazgos, proyectos escolares y algunas oportunidades de trabajo, otros tantos voluntariados y grandes amistades, cumpliré un cuarto de siglo y con ello habrá que preguntarse muchas cosas hacer cortes de caja y evaluar, pero hoy les platico que me encuentro tranquilo.
No se si fue aprender del basquetbol pero hoy en día puedo estar contento de haber hecho lo que he querido y de haber cumplido las metas que me había sometido, aun cuando muchos panoramas a corto plazo han parecido malos y otros tantos desoladores, aun me da mas gusto que en el camino he podido conocer a tantos y ayudar a otros, pero sobre todo que he compartido tanto que hoy cuento con una cuenta interminable de agradecimientos y recuerdos.
La adolescencia muchas veces no te permite ver mas lejos, te vuelves nervioso y el corto plazo es tan corto, que puede ser reducido a días, horas o hasta minutos, no hay corto plazo alguno, no hay promesa cercana, ni ansiedad resuelta en segundos, las intensiones, ganas y trabajos que logres se harán con tiempo, las relaciones no son cuestiones de días o de semanas, quienes han sabido ser pacientes han ganado mucho, las mejores relaciones de mi vida son las que se han hecho con el tiempo, no a la espera de una epifanía inmediata, si no al contrario disfrutando día a día de ella, hasta que las aguas se mueven y las cosas ceden. Hoy las intensiones que tienes en tu vida y las fallas, que deben ser tantas, sea la intencionalidad que sea con el tiempo rendirán frutos y seras una mejor persona. Tal vez un día te puedas ver retirado, contando medallas y torneos ganados, recordando como aun cuando todos parecían ser mas grandes y fuertes que tu,  ganaste.

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