miércoles, 18 de abril de 2012

Algún día tendré un perro


Tenían dos perros, dicen que los compraron juntos para que el niño creciera jugando con ellos, quien cometió esa infamia nunca pensó que un pastor alemán pudiera crecer tan grande como para que en el mismo año que los tres cumplían, el perro pudiera pararse de manos y tumbarlo. Aun así pastor alemán, schnauzer  y el niño crecieron juntos.
Era divertido asistir a esta casa, cuatro niños, un gran patio y dos perros eran una oportunidad que pocos podíamos tener, en mi casa apenas éramos dos hermanos y de perros nunca. Jugábamos todo el día con los animales, imaginábamos incesantes y por horas juegos, inclusive había veces que más de alguno se quería pasar de listo y montaba al can como si fuera un buen caballo.
Pasaron más de diez años y mientras los más grandes acababan la primaria y otros tantos en eso íbamos, los perros ya no eran lo mismo de antes, estaban viejos y cansados, pensar en montarlos era una falta de respeto ya ni digamos sacarlos a pasear, un día me hablo mi tía para decirme que fuera a visitar a mis primos por que el pastor alemán se había muerto y mis primos estaban muy tristes.
Suponía que mi tía pensaba que yo no tenía ningún lazo con el perro y que me sentía muy agusto de ir a ver como mis primos sufrían por el pobre animal con el que crecieron, aun así asistí. Ese día no hubo juegos, la imaginación fue coartada a platicar todas las anécdotas que tuvimos con el animal, como cuando salíamos a molestar al mundo con el pretexto de pasear al perro.
Mis primos decían que lo que más les llamaba la atención era que el otro perro había dejado de comer, llevaba casi una semana solo tomando agua, para la otra semana el otro perro se había muerto de inanición, no me dolía tanto como el primer perro, pero me imaginaba inexplicable como había dejado de comer hasta la muerte.
Crecimos y nunca más hubo perros en esa casa, ahora que los primos viven solos todos han decidido comprarse un perro, hace poco fui a casa de uno de ellos , ahí estaba el nuevo y suplente pastor alemán de la infancia, platicábamos la dolorosa experiencia de las perdidas caninas y las dudas que a nuestras cortas vidas habían causado.
Me platico mi primo, no sé si en un afán de justificación o a manera de lavar su alma el por que después de muerto el primer animal, el segundo había decidido no comer, hablaba de que los animales se quedaban en la etapa de los sentimientos y que nada se podía sobre poner en ellos, me pareció absurdo pero no objete nada al no querer remover esas situaciones de su dolor.
Fui a casa y busque artículos, indague una y otra vez, después de una pequeña lucha interna empecé a aceptar lo de los sentimientos, de que otra manera un perro dejaba de comer por la partida del otro. En fin encontré más información y descubrí que convierten los sentimientos en condicionamientos, por más extraños que parezcan, ciertas situaciones les hacen “sentir” y esto genera condiciones, tales condiciones rigen la vida del animal.
Lo leí muchas veces hasta que se desdoblo a algo tan sencillo como decir; lo que le causa placer es lo que funciona. Si la fuente de placer se acaba, el animal es capaz de abandonarlo todo ya sea en un afán de obtenerlo o de haber perdido el sentido práctico de las cosas y en su caso de la vida.
Ayer llegue al departamento y apostado en la puerta, estaba un perro de la calle, tengo entendido que la vecina de enfrente en una misión humanitaria de salvar a todos los perros callejeros del rumbo, a los cuales les temo, los ha alimentado y a otros tantos medicado. Enfrente mi miedo al perro, el cual en varias ocasiones me hizo irme a refugiar a mi auto, mientras esperaba pasara alguien con el valor para quitarlo de ahí, no hubo de otra y tuve que pasar a un lado del perro, mientras el animal bufaba en su sufrimiento.
La imagen del moribundo animal se quedo en mi mente, pero era mayor el cansancio que tenia, después de bañarme para disipar el cansancio me dispuse a dormir. Hoy amanecí y el perro seguía ahí, en mi puerta como en mi mente, igual moribundo, espere para ver si la vecina salía y me explicaba que le pasaba pero nunca salió, acaricie al perro y me fui.
Pensé en todos los perros moribundos que había conocido en mi vida, tantas historias de proyectos fracasados, relaciones frustradas, noviazgos con el tiempo venidos a nada, gente infeliz que creía poseer la fuente de la felicidad y de un momento a otro la perdió, la pantalla extraña que crean los sentimientos y que a tantas personas nos apresan. Conocía a otros perros moribundos que eran peores aun que los que pensaban habían fracasado, los que vivían con miedo  a fracasar, los que nunca le habían hablado a la chica que les gustaba por miedo a no ser, los que no tomaban riesgo por miedo a la caída, porque supuestamente la caída entre más alto es peor.
Me conocía a mí, el otro perro moribundo que sabía que con su manera de ser había tocado el cielo teniéndolo todo: amigos, relaciones, proyectos, metas colecciones de lugares inolvidables y vacunas a todos los momentos que podrían parecer “difíciles”, seleccionando quirúrgicamente personas, lugares y momentos para cada situación. Viviendo aniquilado sin riesgos o solo tomando los que sabia estaban en terreno ganado, sin importar a quien y como pisarlo.
Después me acorde de ti y recordé estar vivo, no por el hecho de un sentimiento, ni por el hecho de una ilusión tan vanal y hedonista como se pudiera pensar, recordé que vivir es tomar riesgos y apostar, ser feliz, tomar tiempo y decisiones para llegar a donde quieres, con la siempre tan grande y feliz meta de haberlo vivido todo, sin perder algún detalle, sin pensar en el fracaso o triunfo de tal situación, si no con la realidad de saber que despiertas feliz de hacer o pensar en lo que estas  viviendo y sabiendo que ya con ello vendrán lo que tenga que venir. Recordé que estar vivo es contagiar esa felicidad que va mas allá de los días cercanos y los sentimientos, eso mismo que tu sabes hacer en mi con un dominio profesional, mientras indagas en mi despertando dudas, robando sonrisas, descubriendo lo mucho que vales tu valiéndote de mí, eso mismo que entre tú y yo funciona de una manera natural.  Gracias porque había olvidado estar vivo, me despido de ti como tú lo dices, hasta nunca porque hoy me siento vivo y ya mañana…
No regreso el perro, a de andar por el mundo viviendo, no he regresado yo, ando volando muy alto, no has regresado tu, dicen que alguien te invito a volar, esperemos no regrese nadie a menos que sea viviendo

No hay comentarios:

Publicar un comentario