Tenían
dos perros, dicen que los compraron juntos para que el niño creciera jugando
con ellos, quien cometió esa infamia nunca pensó que un pastor alemán pudiera
crecer tan grande como para que en el mismo año que los tres cumplían, el perro
pudiera pararse de manos y tumbarlo. Aun así pastor alemán, schnauzer y el niño crecieron juntos.
Era
divertido asistir a esta casa, cuatro niños, un gran patio y dos perros eran
una oportunidad que pocos podíamos tener, en mi casa apenas éramos dos hermanos
y de perros nunca. Jugábamos todo el día con los animales, imaginábamos
incesantes y por horas juegos, inclusive había veces que más de alguno se
quería pasar de listo y montaba al can como si fuera un buen caballo.
Pasaron
más de diez años y mientras los más grandes acababan la primaria y otros tantos
en eso íbamos, los perros ya no eran lo mismo de antes, estaban viejos y
cansados, pensar en montarlos era una falta de respeto ya ni digamos sacarlos a
pasear, un día me hablo mi tía para decirme que fuera a visitar a mis primos
por que el pastor alemán se había muerto y mis primos estaban muy tristes.
Suponía
que mi tía pensaba que yo no tenía ningún lazo con el perro y que me sentía muy
agusto de ir a ver como mis primos sufrían por el pobre animal con el que
crecieron, aun así asistí. Ese día no hubo juegos, la imaginación fue coartada
a platicar todas las anécdotas que tuvimos con el animal, como cuando salíamos
a molestar al mundo con el pretexto de pasear al perro.
Mis
primos decían que lo que más les llamaba la atención era que el otro perro
había dejado de comer, llevaba casi una semana solo tomando agua, para la otra
semana el otro perro se había muerto de inanición, no me dolía tanto como el
primer perro, pero me imaginaba inexplicable como había dejado de comer hasta
la muerte.
Crecimos
y nunca más hubo perros en esa casa, ahora que los primos viven solos todos han
decidido comprarse un perro, hace poco fui a casa de uno de ellos , ahí estaba
el nuevo y suplente pastor alemán de la infancia, platicábamos la dolorosa experiencia
de las perdidas caninas y las dudas que a nuestras cortas vidas habían causado.
Me
platico mi primo, no sé si en un afán de justificación o a manera de lavar su
alma el por que después de muerto el primer animal, el segundo había decidido
no comer, hablaba de que los animales se quedaban en la etapa de los
sentimientos y que nada se podía sobre poner en ellos, me pareció absurdo pero
no objete nada al no querer remover esas situaciones de su dolor.
Fui
a casa y busque artículos, indague una y otra vez, después de una pequeña lucha
interna empecé a aceptar lo de los sentimientos, de que otra manera un perro
dejaba de comer por la partida del otro. En fin encontré más información y descubrí
que convierten los sentimientos en condicionamientos, por más extraños que parezcan,
ciertas situaciones les hacen “sentir” y esto genera condiciones, tales
condiciones rigen la vida del animal.
Lo leí
muchas veces hasta que se desdoblo a algo tan sencillo como decir; lo que le
causa placer es lo que funciona. Si la fuente de placer se acaba, el animal es
capaz de abandonarlo todo ya sea en un afán de obtenerlo o de haber perdido el
sentido práctico de las cosas y en su caso de la vida.
Ayer
llegue al departamento y apostado en la puerta, estaba un perro de la calle,
tengo entendido que la vecina de enfrente en una misión humanitaria de salvar a
todos los perros callejeros del rumbo, a los cuales les temo, los ha alimentado
y a otros tantos medicado. Enfrente mi miedo al perro, el cual en varias
ocasiones me hizo irme a refugiar a mi auto, mientras esperaba pasara alguien
con el valor para quitarlo de ahí, no hubo de otra y tuve que pasar a un lado
del perro, mientras el animal bufaba en su sufrimiento.
La
imagen del moribundo animal se quedo en mi mente, pero era mayor el cansancio
que tenia, después de bañarme para disipar el cansancio me dispuse a dormir.
Hoy amanecí y el perro seguía ahí, en mi puerta como en mi mente, igual
moribundo, espere para ver si la vecina salía y me explicaba que le pasaba pero
nunca salió, acaricie al perro y me fui.
Pensé
en todos los perros moribundos que había conocido en mi vida, tantas historias
de proyectos fracasados, relaciones frustradas, noviazgos con el tiempo venidos
a nada, gente infeliz que creía poseer la fuente de la felicidad y de un
momento a otro la perdió, la pantalla extraña que crean los sentimientos y que
a tantas personas nos apresan. Conocía a otros perros moribundos que eran
peores aun que los que pensaban habían fracasado, los que vivían con miedo a fracasar, los que nunca le habían hablado a
la chica que les gustaba por miedo a no ser, los que no tomaban riesgo por
miedo a la caída, porque supuestamente la caída entre más alto es peor.
Me
conocía a mí, el otro perro moribundo que sabía que con su manera de ser había
tocado el cielo teniéndolo todo: amigos, relaciones, proyectos, metas
colecciones de lugares inolvidables y vacunas a todos los momentos que podrían
parecer “difíciles”, seleccionando quirúrgicamente personas, lugares y momentos
para cada situación. Viviendo aniquilado sin riesgos o solo tomando los que
sabia estaban en terreno ganado, sin importar a quien y como pisarlo.
Después
me acorde de ti y recordé estar vivo, no por el hecho de un sentimiento, ni por
el hecho de una ilusión tan vanal y hedonista como se pudiera pensar, recordé
que vivir es tomar riesgos y apostar, ser feliz, tomar tiempo y decisiones para
llegar a donde quieres, con la siempre tan grande y feliz meta de haberlo
vivido todo, sin perder algún detalle, sin pensar en el fracaso o triunfo de
tal situación, si no con la realidad de saber que despiertas feliz de hacer o
pensar en lo que estas viviendo y sabiendo que ya con
ello vendrán lo que tenga que venir. Recordé que estar vivo es contagiar esa felicidad
que va mas allá de los días cercanos y los sentimientos, eso mismo que tu sabes
hacer en mi con un dominio profesional, mientras indagas en mi despertando
dudas, robando sonrisas, descubriendo lo mucho que vales tu valiéndote de mí, eso
mismo que entre tú y yo funciona de una manera natural. Gracias porque había olvidado
estar vivo, me despido de ti como tú lo dices, hasta nunca porque hoy me siento
vivo y ya mañana…
No
regreso el perro, a de andar por el mundo viviendo, no he regresado yo, ando volando muy alto, no has regresado tu, dicen que alguien te invito a volar, esperemos no regrese nadie a menos que sea viviendo
No hay comentarios:
Publicar un comentario