Mi discurso para Alatorre

Sin intención de ofender.
Por si acaso: una disculpa de antemano.

No puedo evitar ser quien soy, y lo que es más, disfruto mucho serlo. Soy un gasto, un desperdicio, un parásito, una pieza más del rompecabezas, una que no lucha, que no se esfuerza, que no se molesta, que no se digna, que no se la complica. Me gusta ser así, me gusta tomar lo mínimo y regresar lo mínimo, sólo porque para mí así es mucho mejor y más cómodo y le voy a explicar por qué.
La vida es mucho más simple de lo que nos dijeron que era, al menos lo es para mí. Yo no quiero lo que todo el mundo quiere, la gente canjea su libertad por la premisa del orden, la otorga con la condición de que exista un acuerdo en el que todos nos comprometamos a hacer que este mundo viva, funcione, gire. No deseo por ningún motivo, condenar mi existencia, mi preciada y valiosa existencia a contribuir a hacer que este mundo siga funcionando, porque simplemente sus razones no son mías y por tanto, no me satisfacen.
Nadie, ni mi mamá me puede venir a decir qué hacer o no hacer con mi vida, esa decisión me pertenece sólo a mí, y entonces que alguien se crea a sí mismo con todo el derecho para señalar todas las cosas que su cabeza agusanada le dicen que están mal conmigo, imaginese lo que me importa.
Si acaso se lo pregunta, estoy aquí porque durante 12 años de mi vida me prepararon para esto, sin mi consentimiento y esto que hago no lo hago ni siquiera por mí, es un regalo, del que he aprendido muchas cosas y es un regalo que pienso concluir aunque existan personas que piensen que mis maneras están equivocadas, que mi actitud no sirve y que no merezco nada la pena.
Es una cuestión de perspectivas, es muy fácil etiquetar a las personas por las cosas que hacen o que dicen, sin antes molestarse en conocer sus motivos y peor aún tacharlas porque simplemente sus ideas no van con las de uno. Eso se llama intolerancia y supongo que es un valor que hay que inculcar en todos aquellos que nos miran de abajo hacia arriba ¿no?, me refiero a todos esos chicos que van a su clase sabiendo casi tanto como un caracol y piensan que la vida tiene que ser forzosa y necesariamente como usted y todos los que son como usted dicen.
Pues a mí no me convencen, yo sé que debí hacer más por la materia, especialmente esta vez que comencé a agarrarle el gusto, pero usted no ayuda, y no soy la única que lo piensa, pero sí la única que quiere hacérselo saber a pesar de las represalias a las que tanto temen mis compañeros que usted podría tener. Déjeme señalarle una razón que respalda todas mis opiniones respecto a usted y su forma de ver las cosas. Nada más piense qué concepto tan erróneo de educación tiene una persona que se atreve a fallarle a un estudiante, a uno en particular, al único que yo he conocido en todo el tiempo que llevo aquí a quien le interesa una pizca la carrera, el único individuo entre todo este hervidero de mediocridad -hervidero del que yo no me excluyo ni nada- que está profundamente enamorado de la ingeniería química y a quien usted reprobó impunemente basado únicamente en algo tan irrelevante como su aspecto y su actitud. Donde su actitud no era otra cosa que las limitaciones que su misma personalidad le impone, pero supongo que es su culpa ser así, o que sólo lo hacía por molestar, por molestarlo a usted querido "Doctor".
Echese un clavado en sí mismo y piense por una vez en lo que hace.

"La mayoría de los triunfadores son desgraciados, por eso triunfan, tienen que tranquilizarse a sí mismos en cuanto a su opinión de sí mismos se refiere, para lo cual les es preciso hacer algo que llame la atención del mundo.
La gente feliz fracasa porque se encuentra en tan buenas relaciones consigo misma que le tiene sin cuidado todo lo demás.
Como me ocurre a mí".