martes, 27 de septiembre de 2011

Un cuento de ovejas.

Mientras la calle nos transportaba, le dije:
—¿Cómo era el mundo antes de que yo me fuese? Debo saberlo para liberarme...
—¿Entonces no sabe nada sobre las ovejas y las cabras? —me dijo— Puedo hablarle de las ovejas Pero tendrá que buscarse a otro que le hable de las cabras.
Apenas sí pude entenderlo, pues parecía moverse a velocidad mayor que la mía. Quizás en este punto yo le golpeaba, pero el humo me impidió verle el rostro, y sin esperar una respuesta empezó a hablarme de la oveja de un modo automático que sugería que a lo largo de los tiempos había tenido que repetir interminables veces su cuento.
—Había un gran campo de ovejas —dijo— Muchas de las ovejas tenían corderos, y todas eran felices. No tenían ninguna preocupación, ni financiera, ni matrimonial, ni moral ni religiosa, y además la hierba era buena.
"Lo único que las molestaba era el ferrocarril. A lo largo de un lado del campo, donde ellas preferían recostarse, había un terraplén, por encima del cual corrían los trenes diesel.
"Doce trenes diesel pasaban por encima del terraplén por día. Nunca se detenían, pues no había por qué detenerse, y nunca tocaban el silbato, pues no había motivos para hacerlo Pero pasaban por ahí muy rápido y haciendo mucho ruido.
"Cada vez que pasaba uno de los trenes, las ovejas y los corderos se veían obligados a correr alejándose del terraplén hasta el otro lado del campo, porque temían que el tren pudiera atropellarlas. Siempre pasaba un largo rato después que el tren se había ido, antes de que se atreviesen a volver a sus pastos.
"Una de las ovejas más viejas de ese campo era considerablemente más sabia que el resto Cuando había corrido por duodécima vez en el día, se dirigió al resto del rebaño:
—Amigas mías —les dijo— He estudiado cuidadosamente el camino que siguen esos horribles monstruos de metal cuando pasan por nuestros pastos. He observado que nunca bajan del terraplén Siempre nos hemos enorgullecido, no sin razón, de que podemos correr tan rápido que esos horribles monstruos de metal no pueden atraparnos. Pero quiero que consideréis una teoría enteramente nueva, basada en mis observaciones. Amigas, suponed que esos horribles monstruos de metal no puedan bajar del terraplén...
"Hubo algunas risas burlonas, sobre todo entre las más ligeras. Sin turbarse, la vieja oveja siguió diciendo:
—Pensad en lo que resultaría si mi teoría es correcta. Si los horribles monstruos de metal no pueden bajar del terraplén, entonces no nos perseguirán. De hecho, amigas mías, es posible que las percepciones de estos seres sean tan extrañas que ni siquiera tengan conciencia de nosotros:
"Estas palabras eran tan sorprendentes y nuevas, que de inmediato comenzó una acalorada discusión. Como señalaron varias ovejas, si la hipótesis era correcta, esto implicaría que los pastos y ellas mismas no eran el centro de la estructura de las cosas, lo que constituía una herejía intolerable que debía ser castigada. Los corderos las contradijeron, argumentando que la gente debía tener libertad para pensar lo que quisiera, siempre que no lo comunicaran a nadie. Lo peligroso de la hipótesis es que si se creía en ella, nadie se molestaría en correr muy rápido cuando viniesen los horribles monstruos de metal, en poco tiempo el rebaño entraría en decadencia y no podría correr en absoluto:
"Cuando todos dijeron lo que querían decir, volvió a hablar la vieja oveja sabia:
—Afortunadamente, es posible probar empíricamente mi teoría —dijo— Mañana, cuando venga el primer horrible monstruo de metal, no correremos, nos quedaremos echadas junto al terraplén, y todas podréis ver que el horrible monstruo de metal pasa a toda velocidad sin tomarnos en cuenta.
"La proposición levantó gritos de horror, era un insulto al sentido común Pero esa noche, era tal la intriga del rebaño que fue evidente que por la mañana todas cooperarían en el peligroso experimento y la vieja oveja sabia se saldría con la suya.
"Cuando la vieja oveja sabia percibió este estado de cosas, empezó a dudar ¿Y si estaba equivocada y todas eran exterminadas por los horribles monstruos de metal?
"Al fin el resto del rebaño se durmió, y ella decidió que debía subir sola al terraplén y estudiar el territorio enemigo. Si veía algo que la alarmase, podría posponer el experimento...
"Llegar a lo alto del terraplén fue más difícil de lo que había esperado. Había que atravesar alambres, luego trepar por una pendiente empinada, atravesar arbustos espinosos, la vieja oveja sabia no estaba acostumbrada a este ejercicio. Cuando llegó arriba del terraplén, tuvo un ataque al corazón y murió.
"El rebaño se despertó a la mañana siguiente y no tardó en ver los cuartos traseros de la vieja oveja sabia encima del terraplén. Hubo un consejo. Llegaron a la decisión de que, para honrar su memoria, debían realizar el experimento.
"De modo que cuando se oyó aproximarse al primer horrible monstruo de metal, todas las ovejas se quedaron tiesas en el sitio en que estaban. Apareció rugiendo el horrible monstruo de metal, chocó contra el cuerpo de la vieja oveja sabia, descarriló y cayó del terraplén, y mató a todas las ovejas sin excepción".
La historia me desconcertó.
—¿Y qué pasó después? —le pregunté al hombre sin cara.
—La hierba volvió a crecer alto en toda esa comarca.

Capítulo Once.
Un mundo devastado.
Brian W. Aldiss

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