domingo, 29 de abril de 2012

Feliz día del niño

Cada día del niño como era costumbre nos levantamos temprano para ir a los festejos de los trabajos de mis padres, a mi hermano mayor no le gustaba asistir empezando por el hecho de que se levantara temprano, pero a mi si era muy claro pues ganaba bolsas de dulces que después serian confiscados y subía a los juegos múltiples veces hasta que mi papa me tuviera que bajar llorando. Mi mama siempre se preocupaba por el festejo de su trabajo, me pedía incesantemente que no fuera a hacer alguna travesura y que no hiciera caso a las indicaciones de mi hermano quien para ese entonces yo no era mas que su ficha de ajedrez.

 Hice muchas cosas en todos los festejos, pero la que mas recuerdo fue haber "organizado" una atracción, como las muchas que había en esos festejos, donde invitaba a todos los niños a que se mojaran en los aspersores, como siempre hubo un chismoso que llevo la noticia a mi madre y mientras todos corrían despavoridos por la escena de sus padres, mi persona permanecía concentrada en perseguir el chorro de agua. Me saco mi mama a nalgadas y nunca mas hubo festejos del día del niño.

De niños eramos muy ocurrentes, mi hermano por molestar y yo por inquieto, en casa habia aprendido que no había imposibles así que desde entonces y amparado por mi padre hacia de todo, desarmaba cosas, me queme incesantemente las manos con todo lo que pude, vestía como quería aun cuando mi mama pedía a gritos que combinara mi ropa de una manera "decente", jugaba con los niños de la calle con los cuales terminamos con las ventanas de los vecinos y la paciencia de los transeúntes.

Varias veces mi mama hablo con mi padre consternada, pero siempre tenia las mejores historias para contarle a mi padre de lo que había sucedido en el día, sin perder algún detalle. Supongo que mi padre en un afán de respetar a mi madre, me "regañaba" pero nunca había una reprimenda real.

La solución de mi padre al siguiente día del niño fue regalarme mi primer bicicleta, le dijo a mi madre que con eso mis energías se iban a ver concentradas y que en algún momento del día me iba a cansar. Primero había que aprender a andar en ella y la única oportunidad que tenia para hacerlo eran los sábados, cuando mi papa no tenia trabajo y me regalaba su tiempo para ello. Como en todo explicaba desde la casa en papel y lápiz, mientras mi mente permanecía distante solo pensando en pedalear hasta no parar, nunca puse atención, pero por fin llegábamos a unas calles donde los autos no pasaban, para entonces y sin aun pedalear ya me había caído una decena de veces.

Fueron varios fines de semana los que tarde en aprender, hasta que por fin lo podía hacer con soltura y como en todo quería pedalear lo mas rápido posible, mi papa solo decía con calma y tomaba la bicicleta por atrás, si me caía, mi padre siempre me alcanzaba a recoger o eso creía hasta que un día me caí las dos rodillas se abrieron sangrantes, cuando me intente parar mi padre se encontraba de igual manera, sangrado pero como 30 años mas que yo.

Paso el tiempo y ya no salíamos a andar en bicicleta mi padre y yo, con el tiempo no hacia otra cosa mas que andar en ella día y noche por donde fuera, me le metía a los carros, paseaba con mis amigos, me perseguían los perros, regresaba lleno de yerbas y raspones con los pantalones rotos por lo cual mi mama me obligaba a cambiarme antes de salir pero nunca obedecía. 

Aun recuerdo quedarme sin bicicleta una semana por haber roto los únicos pantalones que quedaban sin parchar un día antes mi única participación en un desfile al que tuve que participar el 16 de Septiembre, pero la que mas recuerdo fue cuando por primera vez me castigaron realmente en mi vida. Estaba con todos los niños que nos juntábamos de mi calle, obviamente todos en nuestras bicicletas pensando que debíamos hacer, siempre había retos como llegar a calles lejanas o a lugares oscuros y peligrosos de la ciudad y siempre había quienes si íbamos o quienes tampoco lo hacíamos. Pasaba un señor que vendía elotes por la esquina de la casa, siempre lo molestábamos o el nos molestaba, mientras nos contaba historias de señoras y casas de citas que había por otras calles por donde el pasaba, a mi todo eso me parecia increíble y aburrido.

Ese día mientras molestábamos al elotero, nos prometió que si conseguíamos unos elotes el nos los cocía y nos los regalaba, así que el reto estaba puesto, nos dijo como llegar hasta donde esta el aeropuerto y de donde el , decía, había los mejores elotes de la ciudad. Empezamos a pedalear cuando se rió y dijo que nunca íbamos a llegar. 

Pedaleamos por casi media hora hasta que por fin y después de habernos perdido llegamos, tomamos todos los elotes que podíamos y los subimos a las mochilas que algunos traían, mientras los tomábamos caminaban las ratas a nuestro alrededor, pero nunca se nos fue a ocurrir que salieran unos jóvenes o posiblemente otros que también andaban agarrando elotes a perseguirnos mientras nos arrojaban piedras, pedaleamos a mas no poder y varios nos caímos intentando pedalear entre los zurcos, llegamos todos juntos a un lugar desconocido y descubrimos que una piedra había descalabrado a uno de los que íbamos.

Pensaba solamente en el regreso y en no volver a ver mi bicicleta en mucho tiempo, mis papas junto con todos nos iban a castigar, paramos a un taxi y preguntamos como regresar, llegamos con nuestro botín de elotes y de ahí con la mama del descalabrado, nos corrió de su casa y dijo que iba a hablar con todas nuestras madres, ese mismo dia platique en la cena de mi hazaña y también ese mismo día me quede sin bicicleta, sin salir y castigado por un tiempo.

Mi papa hablo conmigo para ese fin de semana, era la primera vez que lo hacia de un sin fin de veces que lo ha hecho hasta el dia de hoy donde hemos recorrido un innumerable cumulo de  platicas entre múltiples travesuras y temas, estaba preocupado pero aun así decía, me iba a permitir haciendo lo que yo creía estaba bien, después de un tiempo me regreso mi bicicleta y me la quito ya en otro modelo y en otro tiempo, porque tuve un pequeño accidente.

Mi mejor recuerdo de mi infancia, por encima de las travesuras, los amigos, quemaduras, raspones y bicicletas son mis padres, permitiéndome vivir el día con día, aun cuando no me comportaba de la mejor manera, mi mayor festejo en el día del niño es el entusiasmo de mi padre cuando me transportaba a la escuela cantando canciones de cri-cri mientras el carro saltaba en las empedradas calles de la ciudad. Mi mayor alegría en este día es recordar a mi padre en el suelo con las rodillas raspadas mientras aprendíamos a andar en bicicleta o a mi madre furiosa por mis pantalones rotos y mis pésimas combinaciones de ropa.

Hoy toda esa creatividad que emana de mi en mucho se la debo a ellos mientras gozosos me veían crecer y silenciosos respetaban mis infantiles decisiones, hace poco fui a buscar una cosa que me pidió de su cajón mi papa y cual fue la sorpresa de encontrar, todas y cada una de las cartas, regalos y demás cosas que nos hacían entregar a nuestros padres en los festivales, mis cartas, algunas que sobrevivieron de los reyes magos y otras tantas malas cosas como algunas multas de transito o reportes de la escuela que mi padre quiso conservar.

Mi mejor regalo del día del niño son mis padres por todo lo que hasta hoy han permitido, siempre entusiastas y observadores de sus niños que hoy, dicen ser unos adultos. Aun cuando hoy mi padre dice que la única herencia que me puede dar son mis estudios, recuerdo todo esto y pienso que la herencia ya esta hecha y vive en mi y en mis decisiones. Empezó cuando era un niño y hoy es incalculable

lunes, 23 de abril de 2012

I love this game

Cuando iba en la primaria  todos mis compañeros soñaban con ser grandes futbolistas y jugar en la seleccion nacional. A mi me gustaba el baloncesto y con ello estaba destinado a jugar lo que a nadie le gustaba, no tenia de otra mas que ser portero en los equipos escolares. Entre a la secundaria y con ello vi la posibilidad de por fin pertenecer a un equipo de  basquetbol, mi hermano asistia a la misma secundaria y aborrecia lo obligatorio que era, para mi era una oportunidad unica en la vida.
La escuela tenia fama de tener a los mejores jugadores de la ciudad y en algunas generaciones del estado, asi que estaba en el mejor momento y en el mejor lugar. En mi año llegamos a ser hasta 20 jugadores, de los cuales nos seleccionaron a 12, en su mayoria habian sido jugadores de futbol que no podian pertenecer a otro equipo por lo que veian en el baloncesto una opción para jugar en ambos equipos.
Los entrenamientos eran tres veces por semana, dos horas diarias, lo cual hacia que a mis papas no les pareciera, no importaba pues para mi era la razon de ser de toda la semana, 6 horas que se volvian hasta 10 u 12, donde aprendíamos de todo y molestábamos otro tanto. Eramos un grupo de  muchachos donde casi ninguno queria estar ahí pero todos terminaron amando el deporte.
Íbamos a jugar a la liga todos los sabados, si ganabamos no habia entrenamiento, pero cuando perdiamos, no importaba que tuviéramos que hacer teniamos que entrenar para reforzar todo lo que habiamos hecho mal. A mi me tocaba tirar durante una hora tiros libres, despues de que en la estadistica que el entrenador llevaba yo era quien mas oportunidades de libres tenia y tambien quien mas los fallaba.
Los entrenamientos se volvieron una oportunidad de ser amigos y con el tiempo tambien crearon un grupo dificil de contener, se nos ocurrian todo tipo de osadias y de situaciones para molestar al mundo, aventabamos cosas a los autos desde los puentes, parabamos taxis o camiones para pedir la hora y pediamos tortas para la oficina del director. 
Nuestro entrenador quien fuera de la cancha era nuestro complice escuchaba nuestros planes y se divertia, incitaba a sus jugadores mas grandes a hacer lo mismo, asi que despues de tiempo el equipo no solo era una diversion adentro de la cancha si no fuera tambien, fue entonces la primera vez que rape mi cabeza, que me mordieron una oreja hasta las lagrimas y que tuve que caminar dentro del pasillo de un camion apenado y sin ropa.
Los partidos eran una complicación, 12 madres preocupadas, un entrenador que no paraba de gritar y 5 jovenes dandolo todo en la cancha, mi padre decia que yo me volvia loco en la cancha, que en cuanto tenia el balon se me cerraba el mundo y que de las mas ingeniosas jugadas que podia tener, algunas las perdia por necio, recuerdo en mucho que a diferencia de mis compañeros que la tecnica se les daba claramente para mi era un arduo trabajo de empuje el que me llevo a ser un buen jugador.
Paso casi un año completo para que yo perdiera el miedo en los partidos y fuera aun mejor jugador, fue entonces hasta ese año que yo era una pieza clave para mi equipo, asistia, defendia, jugaba varias posiciones y otras tantas veces hacia labores tan desagradables como lesionar jugadores.
Era tanta mi entrega que jugando perdi una parte de los dientes con tal de no perder un balón, la cual tuvo que ser despues repuesta. Para entonces ya habiamos asistido a todos los torneos que existían, a multiples ciudades y tambien multiples escenarios, todos llenos de aventuras y concentraciones, regaños y decepciones pero eso si en todos y sin excepcion alguna regresabamos con un trofeo.
De las mejores sensaciones que he tenido en mi vida es esa donde nada importaba y nada valía, mas que ser el mejor en la cancha, no habia tiempo de demostrarle nada a nadie ni de esperar indicaciones, la meta era clara y los jugadores que haciamos mancuerna para llevarlo acabo lo sabiamos. No importaban los calambres, los dolores de cabeza o la insolacion despues de jugar tres partidos por dia. Soñaba con un dia alcanzar el aro y saltar tanto como un profesional, al ultimo viaje que asisti como jugador nuestro entrenador nos comento que aun cuando eramos los mejores eramos un equipo dificil de sostener, con individualidades y muchos problemas indisciplinarios, mi papa mejor que nadie pensaba que mi fijacion tan grande por el deporte era tanta que algun dia me haria daño.
Hace poco me preguntaron que como le haciamos cuando jugabamos para no fallar y no perder la cabeza, como si nuestro juego fuese un espectaculo donde todo salia a perfeccion, donde por cierto nadie veia los gritos que entre nosotros teniamos o las tacticas que terminabamos sacando, como cuando habia algun jugador que corria sin parar, la defensa cambiaba y era obligacion de mas de alguno pegarsele todo el partido.
Me acorde de como me sentia en el basquetbol y con ello tambien recorde que todo lo que hacia que hubiera esa magia era un conjunto de esfuerzos pero sobre todo de creencias. Yo habia perdido el miedo desde que me di cuenta que nada me hacia mas feliz que jugar, si era feliz jugando no tenia por que temer a nada, las jugadas salian por que las haciamos tantas veces que era imposible que fallaramos, conociamos tantas situaciones que las dominabamos ampliamente y la ultima era que nos creiamos lo que eramos y hasta mas, siempre todos aspirando a grandes ligas y con la frente en alto, pensando que no habia equipo que nos superara.
De ahi aprendi mucho, los frutos de hacer las cosas una y otra vez repetidamente, ese entrenamiento o esa concentración que se logra casi hipnótica con simplemente creer que haciendo muchas veces lo mismo se va a dominar. Todos creíamos en cada uno de nuestros compañeros, amparábamos todas las situaciones que de ellos venían, aun cuando no nos parecieran.
De lo que mas me acordaba era que aun con la intecionalidad con la que neciamente jugaba y fallaba, seguía la cancha ahí parada para seguir jugando. Me daba gusto y eso creo que era lo que mas me gustaba que podía mas mi ilusión de jugar que cualquier otra cosa, aun fallara, aun cuando mis intensiones fueran las mejores y un joven con 20 centímetros mas de altura y 10 mas de cuerpo me detuviera de frente, aun así ahí seguía porque realmente amaba lo que hacia.
Se acabo el basquetbol con la secundaria y con ello se fue esa emoción, fuimos campeones nacionales en todos los torneos a los que asistimos, mayor esa entrega como lo fue la primera nunca a habido, con nostalgia he pisado esas canchas donde jugábamos y en otro tanto veo gustoso las medallas que conserva mi padre.
Con el tiempo han venido proyectos con emociones iguales o mas intensas, pero siempre con esa bonita entrega, escribir fue una de ellas, algunos noviazgos, proyectos escolares y algunas oportunidades de trabajo, otros tantos voluntariados y grandes amistades, cumpliré un cuarto de siglo y con ello habrá que preguntarse muchas cosas hacer cortes de caja y evaluar, pero hoy les platico que me encuentro tranquilo.
No se si fue aprender del basquetbol pero hoy en día puedo estar contento de haber hecho lo que he querido y de haber cumplido las metas que me había sometido, aun cuando muchos panoramas a corto plazo han parecido malos y otros tantos desoladores, aun me da mas gusto que en el camino he podido conocer a tantos y ayudar a otros, pero sobre todo que he compartido tanto que hoy cuento con una cuenta interminable de agradecimientos y recuerdos.
La adolescencia muchas veces no te permite ver mas lejos, te vuelves nervioso y el corto plazo es tan corto, que puede ser reducido a días, horas o hasta minutos, no hay corto plazo alguno, no hay promesa cercana, ni ansiedad resuelta en segundos, las intensiones, ganas y trabajos que logres se harán con tiempo, las relaciones no son cuestiones de días o de semanas, quienes han sabido ser pacientes han ganado mucho, las mejores relaciones de mi vida son las que se han hecho con el tiempo, no a la espera de una epifanía inmediata, si no al contrario disfrutando día a día de ella, hasta que las aguas se mueven y las cosas ceden. Hoy las intensiones que tienes en tu vida y las fallas, que deben ser tantas, sea la intencionalidad que sea con el tiempo rendirán frutos y seras una mejor persona. Tal vez un día te puedas ver retirado, contando medallas y torneos ganados, recordando como aun cuando todos parecían ser mas grandes y fuertes que tu,  ganaste.

miércoles, 18 de abril de 2012

Algún día tendré un perro


Tenían dos perros, dicen que los compraron juntos para que el niño creciera jugando con ellos, quien cometió esa infamia nunca pensó que un pastor alemán pudiera crecer tan grande como para que en el mismo año que los tres cumplían, el perro pudiera pararse de manos y tumbarlo. Aun así pastor alemán, schnauzer  y el niño crecieron juntos.
Era divertido asistir a esta casa, cuatro niños, un gran patio y dos perros eran una oportunidad que pocos podíamos tener, en mi casa apenas éramos dos hermanos y de perros nunca. Jugábamos todo el día con los animales, imaginábamos incesantes y por horas juegos, inclusive había veces que más de alguno se quería pasar de listo y montaba al can como si fuera un buen caballo.
Pasaron más de diez años y mientras los más grandes acababan la primaria y otros tantos en eso íbamos, los perros ya no eran lo mismo de antes, estaban viejos y cansados, pensar en montarlos era una falta de respeto ya ni digamos sacarlos a pasear, un día me hablo mi tía para decirme que fuera a visitar a mis primos por que el pastor alemán se había muerto y mis primos estaban muy tristes.
Suponía que mi tía pensaba que yo no tenía ningún lazo con el perro y que me sentía muy agusto de ir a ver como mis primos sufrían por el pobre animal con el que crecieron, aun así asistí. Ese día no hubo juegos, la imaginación fue coartada a platicar todas las anécdotas que tuvimos con el animal, como cuando salíamos a molestar al mundo con el pretexto de pasear al perro.
Mis primos decían que lo que más les llamaba la atención era que el otro perro había dejado de comer, llevaba casi una semana solo tomando agua, para la otra semana el otro perro se había muerto de inanición, no me dolía tanto como el primer perro, pero me imaginaba inexplicable como había dejado de comer hasta la muerte.
Crecimos y nunca más hubo perros en esa casa, ahora que los primos viven solos todos han decidido comprarse un perro, hace poco fui a casa de uno de ellos , ahí estaba el nuevo y suplente pastor alemán de la infancia, platicábamos la dolorosa experiencia de las perdidas caninas y las dudas que a nuestras cortas vidas habían causado.
Me platico mi primo, no sé si en un afán de justificación o a manera de lavar su alma el por que después de muerto el primer animal, el segundo había decidido no comer, hablaba de que los animales se quedaban en la etapa de los sentimientos y que nada se podía sobre poner en ellos, me pareció absurdo pero no objete nada al no querer remover esas situaciones de su dolor.
Fui a casa y busque artículos, indague una y otra vez, después de una pequeña lucha interna empecé a aceptar lo de los sentimientos, de que otra manera un perro dejaba de comer por la partida del otro. En fin encontré más información y descubrí que convierten los sentimientos en condicionamientos, por más extraños que parezcan, ciertas situaciones les hacen “sentir” y esto genera condiciones, tales condiciones rigen la vida del animal.
Lo leí muchas veces hasta que se desdoblo a algo tan sencillo como decir; lo que le causa placer es lo que funciona. Si la fuente de placer se acaba, el animal es capaz de abandonarlo todo ya sea en un afán de obtenerlo o de haber perdido el sentido práctico de las cosas y en su caso de la vida.
Ayer llegue al departamento y apostado en la puerta, estaba un perro de la calle, tengo entendido que la vecina de enfrente en una misión humanitaria de salvar a todos los perros callejeros del rumbo, a los cuales les temo, los ha alimentado y a otros tantos medicado. Enfrente mi miedo al perro, el cual en varias ocasiones me hizo irme a refugiar a mi auto, mientras esperaba pasara alguien con el valor para quitarlo de ahí, no hubo de otra y tuve que pasar a un lado del perro, mientras el animal bufaba en su sufrimiento.
La imagen del moribundo animal se quedo en mi mente, pero era mayor el cansancio que tenia, después de bañarme para disipar el cansancio me dispuse a dormir. Hoy amanecí y el perro seguía ahí, en mi puerta como en mi mente, igual moribundo, espere para ver si la vecina salía y me explicaba que le pasaba pero nunca salió, acaricie al perro y me fui.
Pensé en todos los perros moribundos que había conocido en mi vida, tantas historias de proyectos fracasados, relaciones frustradas, noviazgos con el tiempo venidos a nada, gente infeliz que creía poseer la fuente de la felicidad y de un momento a otro la perdió, la pantalla extraña que crean los sentimientos y que a tantas personas nos apresan. Conocía a otros perros moribundos que eran peores aun que los que pensaban habían fracasado, los que vivían con miedo  a fracasar, los que nunca le habían hablado a la chica que les gustaba por miedo a no ser, los que no tomaban riesgo por miedo a la caída, porque supuestamente la caída entre más alto es peor.
Me conocía a mí, el otro perro moribundo que sabía que con su manera de ser había tocado el cielo teniéndolo todo: amigos, relaciones, proyectos, metas colecciones de lugares inolvidables y vacunas a todos los momentos que podrían parecer “difíciles”, seleccionando quirúrgicamente personas, lugares y momentos para cada situación. Viviendo aniquilado sin riesgos o solo tomando los que sabia estaban en terreno ganado, sin importar a quien y como pisarlo.
Después me acorde de ti y recordé estar vivo, no por el hecho de un sentimiento, ni por el hecho de una ilusión tan vanal y hedonista como se pudiera pensar, recordé que vivir es tomar riesgos y apostar, ser feliz, tomar tiempo y decisiones para llegar a donde quieres, con la siempre tan grande y feliz meta de haberlo vivido todo, sin perder algún detalle, sin pensar en el fracaso o triunfo de tal situación, si no con la realidad de saber que despiertas feliz de hacer o pensar en lo que estas  viviendo y sabiendo que ya con ello vendrán lo que tenga que venir. Recordé que estar vivo es contagiar esa felicidad que va mas allá de los días cercanos y los sentimientos, eso mismo que tu sabes hacer en mi con un dominio profesional, mientras indagas en mi despertando dudas, robando sonrisas, descubriendo lo mucho que vales tu valiéndote de mí, eso mismo que entre tú y yo funciona de una manera natural.  Gracias porque había olvidado estar vivo, me despido de ti como tú lo dices, hasta nunca porque hoy me siento vivo y ya mañana…
No regreso el perro, a de andar por el mundo viviendo, no he regresado yo, ando volando muy alto, no has regresado tu, dicen que alguien te invito a volar, esperemos no regrese nadie a menos que sea viviendo

viernes, 6 de abril de 2012

Los higos y el lenguaje


De todos los arboles frutales que tenia la abuela el que mas me gustaba era una higuera, daba higos todo el año y no se plagaba, lo que para mi era un trabajo menos, una de mis responsabilidades era que todos los sábados por la mañana tenia que ver la situación del pequeño huerto y si algo andaba mal, limpiarlo, tratarlo o en las peores situaciones cortarlo.
Había limones, naranjas, guayabas, nísperos y la higuera, comia los frutos sin lavarlos con cuidado de que el abuelo o la abuela no vieran por miedo a una reprimenda, enterraba las cascaras que después supe servirían de fertilizante para la tierra.
El abuelo llegaba mas tarde y me auxiliaba, platicábamos de muchas cosas, siempre contaba anécdotas de su trabajo cuidando campos de tabaco, hacia verlo interesante inclusive intrépido, nunca supe si todo lo que contaba era verdad pero parecía una aventura fuera de serie y al final, siempre llegaba una moraleja, de esas moralejas que aun cimbran en mi mente y que me ayudan a ser mejor.
Decía el que teníamos la desgracia de haber nacido con el lenguaje español, pero que mas desgracia teníamos al no saber usarlo, decía que aprendiera ingles y que pensara como angloparlante, de niño me prohibió decirle “mande” a otras personas, solo podía decirle mande a mis padres y a mis abuelos. “A ti nadie te manda” decía el, que el lenguaje no te sobaje ni te limite.
Años mas tarde el abuelo falleció victima del cáncer en los pulmones, a causa del mismo tabaco que cuidaba en los campos y fumaba, la abuela ya no quiso vivir mas en esa casa y la huerta se acabó, tome unas ramas del árbol de limón e intente sembrarlo en mi casa, hasta la fecha le cuesta trabajo dar frutos, aun así es para mi un gusto llegar algunos sábados a verlo y arreglarlo, como cuando lo hacia de niño con el abuelo.
De las enseñanzas y las moralejas de unas cuantas hice caso y de otras tantas las mande al olvido, una de esas olvidadas fue la del lenguaje, aunque fui fanático de la lectura y la escritura. Olvide que  no debía decir mande y lo volví a hacer como si fuera algo normal.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces y fue hoy que visite mi árbol cuando recordé este bonito tema, destino o relación, no se, pero sucedió al tiempo que en mi mente rondaban dos preguntas que me habían hecho y que ambas no había sabido contestar, ¿Por qué me buscas? Y ¿Por qué me das las gracias? Cedi a ambas respuestas sin saber que decir y sin saber que contestar.
En el contexto del lenguaje español, gracias es una palabra gastada y usada todo el tiempo, mas que por convicción, por costumbre y por tradición. ¿De que estaba agradecido? Me lo preguntaba, al tiempo que suponía ella también lo dudaba, normalmente se dan las gracias por un servicio prestado o realizado pero dar las gracias así nada mas, eso si era de dudarse. Algo si tenia claro me sentía agradecido y al tiempo pensaba que debía decirlo y lo hice.
Hoy descubrí que el agradecimiento va de la mano, del porque me buscas y fue entonces que no perdí el tiempo para redactarlo, no por olvido, si no por tenerlo claro y expresarlo. El tiempo es aliado de tomar formas y tener patrones, buscamos en todo momento la forma y el fondo de las cosas, cuando no lo encontramos, nos empecinamos en encontrarlo, vivimos atados a razones, explicaciones, teorías, “maneras de vivir”, “maneras de hablar”, contextos en el lenguaje y cosas de esos tipos que hacen de nuestras vidas nuestra manera de ser.
Me molestaba en mucho que me preguntaras por que te buscaba, pero mas aun me molestaba no encotrar la forma y el fondo para explicártelo, no había concepto, percepción o visualización de tal cosa. No había una manera de decir soy feliz y lo soy mas cuando estoy contigo, no había una manera de decir me siento “agradecido” del tiempo que pasamos juntos porque en verdad así me siento, en gracia cuando estoy contigo.
No encontraba la manera de decir que uno se hace coleccionista de relaciones, personas, lugares, gente, amistades, mientras va uno conservando triunfos y fracasos, alegrías y tristezas y que en ti había encontrado la oportunidad de tomar un riesgo, sea cual sea el desenlace de todo esto, el rumbo que tome u lo que sea, un riesgo que me hace feliz, que me llena, que me divierte.
Ahora que si te preguntas que vi en ti es sencillo, no soy una persona normal ni común, ordinaria menos, creo y considero que estoy fuera del contexto de lo que pareciese normal o natural, si lo fuera supongo seria ya un hombre de familia casado, llevando al pie de la letra las enseñanzas y la manera de vivir de mis padres.
Buscar a una persona para algo ordinario, común o normal, no me lleva mucho tiempo, lo hago y punto, no arriesgo y si funciona bueno, si  no funciona también, pero cuando encuentro una persona extraordinaria, cosa que me acaba de suceder, no pierdo el tiempo y arriesgo mucho, no solo por el hecho de querer ganar u obtener el resultado deseado, si no por que sé que desde el mismo momento en que lo hago ya estoy ganando y contigo ya he ganado mucho.
Eres extraordinaria, fuera de lo normal, divertida, me haces sonreir en todo momento, aun cuando no te gusta mi risa, tienes ambiciones y proyectos en tu vida, gozas a cada instante lo que te sucede, compaginas mis risas, mis locuras, con todas tus diversiones, tus eructos o tus bromas acerca del destino, en este momento supongo ambos vivimos lo que queremos ser, sin preocupaciones sobre el futuro, podemos correr como locos por el mundo recorriendo divertidos lo que él tiene preparado para nosotros, mis brazos embonan perfectamente en tu cuerpo cuando nos abrazamos.
Tus labios me llevan a mi infancia, cuando saboreaba a escondidas los frutos de esos arboles, son como los frutos de la higuera que me regalaban entre divertido e intrépido de lo prohibido, comiendo con toda precaución para no dejar pasar ningún sabor.
Tus cuestionamientos, esos mismos que invalidan mis palabras y que de vez en cuando retan, esta creativa mente, son los mismos que me hacen recordar todas esas moralejas, muchas tantas del abuelo, las cuales había decidido abandonar, tus constantes, ya parale, cállate pero en pocas palabras tu manera de decirme a mi no me vienes a apantallar con palabras dimes y diretes, son las que me recuerdan pero sobre todo te recuerdan lo mucho que vales y lo mucho que eres, por que sabes que aquí, no viene cualquier persona a decirte que hacer y como ser.
Hoy lo único que te puedo decir, es que me encuentro sumamente agradecido contigo, en muy poco tiempo, me has regalado mas de lo que pensaba, me hiciste recordar el significado de las palabras, las moralejas del abuelo y el huerto abandonado. Me hiciste ver el valor de una persona, aun cuando convivo con tantas y regalo parte de mi a lo largo del dia, había olvidado conocer gente extraordinaria, como tu, de esos cometas que pasan una vez en no se cuantos años y que podríamos decir son gustos que pocos pueden ver. Eso eres, mi gusto, el higo que comía de niño y que hoy disfruto contigo, al igual que el higo parecía ser perfecto en el árbol pero cuando lo arrancaba y lo ponía en mi boca dejaba de parecerlo para serlo, nadie somos perfectos, pero cuando estamos juntos lo somos… Gracias